30 diciembre 2012

Brass Balls (III)

Si eres agente inmobiliario, y esto es España cualquier día entre hoy y el 2017, entonces:

a. No sabes hacer otra cosa y has renunciado a aprender nada.
b. Mantuviste una aventura extramarital y consideras merecer una penitencia dolorosa.
c. Eres ruso residente en Marbella y llevas tatuada una estrella en la rodilla.
d. Vienes de otro sector, pero no podías desperdiciar la oportunidad de una buena crisis.

Mi respuesta es “d”. Sé que es la más guapa, pero es que es mi blog.

Brass Balls (II)

Desconozco el motivo por el cual it took brass balls to sell real estate en los ochenta en Chicago— ¿La crisis del petróleo?, ¿la S&L Crisis?, ¿ambas?—, pero tengo claro porqué hay que tenerlos bien puestos para hacerlo en Barcelona hoy. 
Glengarry Glen Ross es una gran película, por cierto. Dejadlo todo ahora, y alquiladla.




Brass Balls (I)

NOTA: Ésta y las dos que siguen son las tres primeras entradas a este blog. Son de tanteo, algo heterodoxas, y no prefiguran necesariamente el contenido futuro. O sí.

A la pregunta “¿A qué te dedicas?” respondemos desde el verbo ser, dejando que nuestra ocupación defina nuestra esencia, hecho extraño siempre, pero más llevadero al responder “soy violinista en la Berliner Philharmoniker” que “soy analista de riesgos en Bankia”.
Decir(se) “soy agente inmobiliario” no está al alcance de cualquiera.