A la pregunta “¿A qué te
dedicas?” respondemos desde el verbo ser,
dejando que nuestra ocupación defina nuestra esencia, hecho extraño siempre,
pero más llevadero al responder “soy violinista en la Berliner
Philharmoniker” que “soy analista de
riesgos en Bankia”.
Decir(se) “soy agente
inmobiliario” no está al alcance de cualquiera.
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